Si el pobre chaval que accedió a hacer el anuncio de “esh una fieshta” aun está dándose de cabezazos por haber protagonizado el spot, eso si no es que es cierta la leyenda urbana de que se suicidó, que no hay para menos, imaginaos entrando en una tienda, pidiendo 100 gramos de chopped y la tia diciéndole “que? Pa’la fieshta?”.
Pero actualmente hay 2 anuncios que son pa mear y no echar gota, el uno es (creo) el de un laxante o una crema antihemorroides o algo así, vamos, que es algo para el culo pero el anuncio en sí me deja tan flipando que mi neurona se colapsa.
Y es que cómo alguien accede a salir ante toda la población de un país restregandose cual guarrilla de un bar de carretera en el quicio de la puerta del baño mientras canta aquello de “Feliccitá” de Albano con más cara de haberse metido un extintor de coño en todo el culo que no de haber pegado la cagada de su vida, aunque en cualquier caso están de pie porque dudo que puedan sentarse. Pero vamos, que esa gente queda inutilizada de por vida para tener ningún cargo en sus respectivos trabajos, porque imagínate a tu jefe pegándote una bronca y tu recordando como cantaba “feliccitá, cuando salgo del baño lo que yo siento es feliccitá”. No se puede.
Siempre he flipado con los anuncios estos que tratan temas como hemorroides, zurulladas varias, gases… como la que sale allí sentada como si no hubiese roto jamás un plato y te empieza decir que tiene un picor que le afecta hasta en el carácter, vamos que le falta mirar a cámara y decir “que me pica el coño, vamos”, pues chica, ráscatelo!! No se habla tanto de igualdad que hasta tenemos un ministerio para ello? Pues nada, si los tios llevamos siglos rascándonos los huevos en público no lo dudeis, y si os pica el higo a rascar a rascar, a ver si sale premio. Sólo faltaría!!
Otro de los anuncios que no entiendo de dónde sacan a los protagonistas son los de productos de limpieza para cocinas y baños, y te sale la tia tan pancha diciendo “mira que baño” y te enfocan un baño en el que yo antes elegiría muerte que mear ni a dos metros de él. Dígalo claro señora, diga “mira que cerda soy, como tengo el baño”, que enseñan la bañera y hay unos rincones negros que parece que se haya frotao allí Michael Jackson hasta quitarse su color de piel con el estropajo nanas!! Te enseñan la cocina y no mejora la cosa, que parece que hayan hecho la matanza del cerdo allí mismo antes de cocinarlo. El que más me alucinaba era el del mayordomo que salía una tia con 2 amigas en plan megasuperpijas-osea-no y al levantar el microondas había allí una de mierda que pa’qué; que uno pensaba, a ver payasa de ingles brasileñas hecha con cera de abejas de la mismísima granja San Francisco, haz el favor de primero despedir al mayordomo, porque mira como te tiene los rincones, y segundo, limpiar eso por Dior que vas a ser la comidilla de las dos cerdas que vienen a gorronear a tu casa.
Y de unos días para acá, el que me viene asqueando es un spot de un nuevo producto antipolillas, pero no un antipolillas de esos para los armarios de la ropa, no, eso sería muy normal, es un antipolillas de la comida!!!
La tia hace como que lo flipa y que va a probar el producto para demostrar que no hay nada en sus armarios, al rato los abre diciendo “en mis armarios no hay pol…” y zas! en toda la boca! aparecen pegadas a la compresa gigante que ha metido en el armario un montón de polillas, pero polillas gigantes en plan primas lejanas de las cucarachas de la película Mimic, que uno lo ve y piensa “pero pedazo de guarra de Navarra, ¿qué tienes tu en los armarios y desde cuando?” que para que te salgan esas polillas en la comida eso tiene que llevar tantos años ahí dentro que no se le debe ver al producto ni la fecha de caducidad.
Que yo meto algo así en el armario y me sale tal cantidad de bichos pegaos allí que como mínimo prendo fuego a toda la cocina, y la tia se queda ahí, tan pancha. Ahora que la lleven un día a Ven a cenar conmigo y diga en mitad de la cena “yo soy la que tiene polillas gigantes en los armarios de la comida".
Qué asco!!
Que yo meto algo así en el armario y me sale tal cantidad de bichos pegaos allí que como mínimo prendo fuego a toda la cocina, y la tia se queda ahí, tan pancha. Ahora que la lleven un día a Ven a cenar conmigo y diga en mitad de la cena “yo soy la que tiene polillas gigantes en los armarios de la comida".
Qué asco!!