lunes, 9 de agosto de 2010

Estupideces de mi vida: Cuando ruge la marabunta.

En esta época del año uno se puede topar con dos tipos de personajes que se van de vacaciones: los que se van a un lugar lejano a espatarrarse bajo el mismo sol de aquí, pero allí, y los que se van a practicar deportes de riesgo.
Estos últimos normalmente suelen además, gente a quien no le pega nada hacer cosas como tirarse en puenting, raffting o paracaidismo, y que cuando te lo cuentan, oyes una vocecita que grita “aguanta sin reírte!!”.
Pero a partir de ahora cuando alguien me diga que se va a hacer deportes de aventura les diré: “no perdona, deportes de riesgo hago yo cada día”. Y es que hace unos días me dí cuenta del peligro que corro casi a diario.
Llegar a mi ciudad después de la jornada laboral y encontrar un sitio donde aparcar es casi misión imposible, vamos que cuando uno encuentra un lugar cercano a su casa y en la primera vuelta casi habría que pillar a la primera jovenzuela virgen que uno se encontrara y ofrecerla en sacrificio a los Dioses, si no fuera porque encontrar una joven virgen hoy en día es más difícil que lo de aparcar.
A lo que iba, la mayoría de días uno tiene que empezar a dar vueltas por las calles buscando un puñetero hueco donde dejar el coche y en alguna de esas vueltas uno sin darse cuenta casi, se encuentra de pronto con que tiene que cruzar con el coche la calle peatonal. Eso sí que es un deporte de alto riesgo. Siempre que me acerco a una de esas esquinas que la cruzan me da la impresión como que la gente está escondida a ambos lados de la calle esperando que se acerque un coche para empezar a cruzar de un lado a otro todos a la vez, no hay manera, uno es consciente de que aunque tengan preferencia, como dejes pasar a todos los peatones puedes ir llamando a tu familia para despedirte de todos, porque vas a morir en el coche.
A mi hay días que me dan ganas de tener en el maletero una manguera para conectarla al tubo de escape por un lado y meter el otro por la ventanilla y esperar a ver la luz. Otras te da todo lo contrario, no quieres morir tu, quieres matarlos a todos, te descubres en una fantasía en la que de pronto no sólo quieres acelerar y matar a todo aquel que esté delante del coche en ese momento, sino que además quieres meterte con el coche por la calle peatonal y perseguir a todo el mundo, a los ancianos que cuando cruzan la calle parece que vayan a tener que pasar la noche a medio camino, a las preñadas, a las que dan ganas de gritarles “como en el parto lleves esos ánimos van a tener que ponerte dinamita para que la criatura salga! Camina más rápido jodía!!”, a los killos y las chonis con sus bulldog franceses, a todos, quisiera matarlos a todos.
Pero de pronto en plena fantasía a lo Carrie, despiertas y resulta que el coche ha avanzado 20 cms sin darte cuenta y de pronto te das cuenta que la gente te está mirando con ojos amenazadores como diciéndote “tu por aquí no pasas” y a ti ni se te ocurra poner caras de estar impacientándote, porque entonces si que jamás cruzarás, las personas somos tan hijos de puta que si uno no quiere caldo, dos tazas, entonces todos a la vez parecen relantizarse tanto que aquello parece la canción de Björk “it’s all, so quite… ssshhhhhh, sssshhhhh”. Hijos de puta todos.
Pero en esta época, en la que todo el mundo parece morir si no pisa la arena durante un mínimo de 10h al día, uno puede caer en el error de pensar que un sitio en el que no toque el sol, ni haya agua, ni arena como puede ser un centro comercial va a estar vacío… NO.
La peña es tan mezquina que en lugar de ponerse aire acondicionado en casa (y los que se lo ponen y luego no lo enchufan me parecen aun peor), prefieren irse a disfrutar ese aire fresco a los centros comerciales, que así su recibo de la luz no se resiente. Y entonces pasa lo que me pasó el otro día a mi.
Todo inocente, salí del trabajo, me dispuse a ir a un supermercado dentro de un centro comercial que me viene de camino a casa, y cuando entré al parking, aquello era ciudad sin ley, gente aparcando en cualquier lado, lo mismo daba si taponaban a otros coches, salidas de emergencia, lugares para carritos… yo encontré un sitio y tardé en bajar del coche por si alguien intentaba pegarme o algo así…
Al entrar al super la cosa no mejoró, opté por abandonar cada vez mi carro en mitad del pasillo central e ir a buscar lo que necesitaba en los adyacentes, con el peligro de que alguna maruja me robara el carro con mi € dentro. Curiosamente el único pasillo vacío era el de champús y desodorantes, que os aseguro que era que le más necesitaba la mayoría de gente, porque había varios que por el olor que desprendían estaba claro que no habían conocido un baño en su vida, pero eso es otro tema del que ya hablé y que podéis leer pinchando aquí y aquí.
Al llegar a la caja, uno sabe perfectamente que se ponga donde se ponga algo pasará que hará que veas como todas las demás colas avancen menos la tuya, con lo cual me metí en la primera que ví, en la que, como no, el de delante mio, un señor de unos 50 años apestaba tanto que desee que el bote de aceite para el motor que llevaba fuera en realidad para echárselo por encima y prenderse fuego. Además la chica era tan sumamente lenta pasando las cosas que daban ganas de abofetearla. En todo eso estaba cuando me di cuenta de algo que me hizo pensar dos cosas:
*En España no hay crisis.
*Ha habido un anuncio de que estalla la 3ª guerra mundial y yo estoy aquí comprando sólo (ejem) 72 latas de atún (sí, 72, menos a la leche creo que ponemos atún a todo), desodorantes (me aterra parecerme a cualquiera de los que rodeaban), y filtros de la Britta.
A mi alrededor se agolpaban decenas de carritos a rebosar hasta los topes de productos de todo tipo, estuve a punto de preguntarle a una familia de 3 miembros que llevaba 4 carritos, a qué venía aquél acopio de productos tan bestia.
Lo dicho, que mejor ir a hacer la compra después de comer, que la peña lo único que respeta es la siesta, luego se largan sin duchar a ponerse frescos en estos sitios y a llenar el buche de gratis, que también vi a varios comiendo y soltando luego las bolsas y cajas en cualquier pasillo.
Que asco de aglomeraciones… Lomana coño, adóptame!!!

9 comentarios:

Aitor Maiden dijo...

Cuántas veces habré tenido fantasías de las que mencionas... Mierda de ética y de moral, cuanto daño me está haciendo.

Anita Patata Frita dijo...

Ainsss que dura es tu vida hijo! estoy por adoptarte yo jaja

Superpatata dijo...

Yo también odio las aglomeraciones, por eso suelo ir a las horas en que sé que no hay nadie, por ejemplo, para el Mercadona, lo mejor es ir nada más abrir las puertas, o sea, 9.15-9.30, o como tú dices, después de comer. A esa hora sí que no hay nadie, y anda que no se está a gusto, lo malo es si tienes que ir andando, que por el trayecto de tu casa a la tienda te puede dar algo con el calor que hace últimamente.
Por otra parte, no se te ocurra ir nunca, y repito NUNCA, un sábado por la tarde. Eso sí que es mortal, por favor, porqué todo el mundo se espera al sábado para realizar compras enormes??... que desesperación!!!
Un abrazo.

Pirotessa dijo...

Buff! Totalmente identificada contigo!
Qué asco me dan esas personas con "olor".
Qué asco me dan los chonis y los killos.
Estoy por matarlos YO a toítos!

http://pirotessasblog.blogspot.com/

Mi viaje de Chihiro dijo...

Yo ayer por la tarde estuve en Carrefour y me sentí morir poco a poco...Tuve el deseo de aplastarle los tobillos a más de uno con el carrito. ¿Por qué hay gente que dentro de Carrefour no se quita las gafas de sol? NO lo entiendo...Incluso vi a gente con los pies rebozados de arena, en lugar de pies parecian san jacobos. ¿Tanto cuesta sacudirse los pies al volver de la playa?

En referencia al tema del aparcamiento, te diré que como "por suerte" yo curro en agosto y la mitad de mi barrio debe estar en roquetas de mar, aparco donde quiero. Miedo me da septiembre!! Pero bueno, me prepararé una selección musical de "Musica para buscar sitio" y hala...que joder, jode igual pero almenos voy cantando.

Un besote!

Brigitte dijo...

Hola!!

Me he visto totalmente identificada contigo. Mi compañero de trabajo huele mal. Lo tengo en la mesa de al lado. Al margen del olor a tabaco (que si sólo fuera eso no me molestaba), le huele el sobaco y los pies.

En el cajón de mi escritorio tengo tres ambientadores, y en mi bolso siempre llevo un tarrito con Nenuco que se gasta cada dos días.

Lo peor es cuando sale a fumar a la calle y sube de nuevo a la oficina. Ese tufo que deja es para que yo fuera rubia platino con mechas blancas.

Odio el verano. Necesito un cuello vuelto, una mantita y unas botas para ser feliz.

Besos

Anónimo dijo...

te has olvidado de poner el link jeje,a mí también me pasa.
Qué es la Britta?
Por qué tanto atún? has probado a sustituirlo por champiñones, brócoli, palitos de cangrejo o col? Lo digo para que no todo sepa a lo mismo.
A mí me vas a hablar de centros comerciales!!! Sé de sus peligros y sé la fauna que los habitan, la humanidad es lo peor. Y el olor a humanidad también.
Yo, que no conduzco, soy de esos peatones que se tiran delante de los coches (es la única forma que conozco de ganar un pastizal a corto plazo, mira que lo intento y nunca me atropellan para poder poner una reclamación y cobrar el seguro). tendré que ir a BCN a ver si por allí son más incautos, jajajjaja

Anónimo dijo...

Vaya tela... en tu barrio hay gente muy cerda eh? jajaja por aqui la gente se ducha, aunque te confieso qu en el metro, a las 7 de la mañana alguno olia a sudor que madre del amor hermoso...

Besitos de caramelo

caotico_jq dijo...

Está visto que el ser humano es la cosa más repugnante de la creación (y la prueba está en todo lo que acabas de relatar). Entre tooooooooooodos los que se mueren si no pisan la playa diez horas diarias en verano (y la llenan de porquería), los que aparcan los coches en doble y triple fila (que no sabes lo nervioso que me pone eso), los que se comen los productos en el super... alucinante, una pérdida de valores y un aborregamiento absoluto.

Por cierto, leyendo tu entrada me he puesto a pensar que deberías dedicarte a escribir monólogos del club de la comedia. Creo que lo harías muy bien.

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